anuncios gratis detayitos: SUSURROS

jueves, 23 de abril de 2009

SUSURROS



El hombre está más cerca del mono que la mujer, no me cabe la menor duda. Son más peludos, tienen los brazos más largos y en ellos el impulso sexual empieza por la vista, herencia de sus ancestros, los simios, a quienes la hembra llama durante el período de celo con un cambio notable en sus partes íntimas, que se inflaman y adquieren la morbosa apariencia de una granada madura. Por alguna razón, esto es como un semáforo para los machos, en caso que anden distraídos. Entre los humanos el estímulo visual es igualmente irresistible, eso explica el éxito de las revistas con mujeres semisdesnudas. Se ha intentado explotar el mismo negocio editorial dirigido al público femenino, pero las imágenes de muchachos bien dotados desplegando sus encantos en páginas a todo color han resultado un fiasco; las compran homosexuales, más que mujeres. Nosotras tenemos el sentido del rídiculo más desarrollado y además nuestra sensualidad está ligada a la imaginación y a los nervios auditivos. Posiblemente la única menera de que las mujeres escuchemos es si nos susurran al oído. El punto G está en las orejas, quien ande buscándolo más abajo pierde su tiempo y el nuestro. Los amantes profesionales, y me refiero no sólo a los legendarios, Casanova, Valentino y Julio Iglesias, sino también a cantidades de hombres que coleccionan conquistas amorosas para probar su virilidad por el número, ya que por la calidad en cuestión de suerte, saben que para la mujer el mejor afrodísiaco son las palabras.

Los latinos han levado la lisonja amorosa a la categoría de arte, gracias a la riqueza incomparable de nuestros idiomas y al inagotable repertorio de canciones, poemas, piropos y frases hchas que los pueblos germánicos o anglosajones jamás se atreverían a usar. De allí proviene la fama del amante latino, capaz de infundir tal calor con su LABIA, que toda resistencia femenina se vuelve cera derretida. Es sabido, sin embargo, que suelen perderse en el entusiasmo de su propia retórica y a la hora de la verdad rara vez saben usar aquellas lenguas de oro para caricias más atrevidas.

A la hora brutal del encuentro amoroso, las mismas palabras que empleadas en cualquier otro momento nos parecen groseras, tienen el efecto de atrevidas caricias. Todo está en murmurarlas. El lenguaje describe, sugiere, excita: las palabras tienen el efecto de un embrujo.

Tomado del libro Afrodita de Isabel Allende

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